👉Beatriz W. de Rittigstein.-
Tras la masacre perpetrada por el grupo terrorista palestino Hamás en el sur de Israel, el nefasto 7 de octubre pasado, y la consecuente reacción defensiva para erradicar el peligro que permanentemente acosa a sus ciudadanos, se desataron los demonios de la instigación del odio antisemita.
De esta manera vemos el incremento desmedido del fomento de una narrativa interesada en generar una amplia deslegitimación del Estado judío y al mismo tiempo, del pueblo judío.
Las redes sociales se han agitado con una cantidad de lemas y cánticos que llaman a cometer un nuevo genocidio contra los judíos y el desmantelamiento de Israel, midiendo sus actos con varas no aplicadas a otros países en circunstancias incluso menos atroces. Utilizan la desinformación para engañar, uno de los ejemplos más comunes se refiere al inflado número de civiles muertos en Gaza.
Sin embargo, un reciente documento titulado “Cómo Hamás manipula los números de fatalidades en Gaza”, elaborado por el Washington Institute for Near East Policy, un think tank estadounidense, demuestra que Hamás alteró las cifras de muertes civiles con propósitos propagandísticos, encubriendo la distinción entre terroristas y no combatientes, y exagerando el impacto del conflicto entre civiles.
A través de un meticuloso análisis de las cifras oficiales proporcionadas por las instituciones dominadas por Hamás: el Ministerio de Salud y la Oficina de Medios del Gobierno (GMO), el documento mostró inconsistencias y manejos destinados a exagerar las muertes de civiles, particularmente de mujeres y niños, y a camuflar las bajas de los terroristas. Tales fraudes delatan el intento de Hamás por ostentar condiciones del conflicto que favorezcan su narrativa y propicien una pésima imagen de Israel.
Uno de los tantos casos en que se aceptan las falsas cifras de Hamás, fue el de un video subido a Instagram, en el cual la periodista Alejandra Oraa, de CNN en español, afirmó que son unas 27.000 víctimas mortales de civiles; así mismo, omitió explicar que esta guerra, como todas las anteriores, la inició Hamás con una enorme lista de trasgresiones a los derechos humanos y a las convenciones internacionales, que al instante podría terminar con los combates, rindiéndose y devolviendo a los secuestrados.
La realidad es que los organismos internacionales, entre ellos, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), no pueden verificar el recuento de muertos. La investigación de la think tank estadounidense destaca que OCHA ha asumido “su incapacidad para verificar las afirmaciones del Ministerio de Sanidad de Gaza… hasta ahora no ha podido presentar cifras independientes, exhaustivas y comprobadas de víctimas”.
El estudio detalla que los métodos de recopilación de datos del Ministerio de Salud de Gaza han variado a lo largo del conflicto, pasando de reportes más o menos descritos a métodos nada claros, incluyendo el uso de “fuentes mediáticas” para la recolección de datos sobre las fatalidades en Gaza.
De acuerdo con The New York Times, “en el último mes, la cantidad de muertes diarias en Gaza se ha reducido a menos de la mitad”, y bajó casi dos tercios desde fines de octubre.
El porcentaje de víctimas civiles en comparación con las milicias también bajó considerablemente. The New York Times comentó que estas considerables reducciones en las muertes civiles han sido ignoradas y ocultadas por los medios de comunicación.
Un serio asunto es que Hamás no especifica quién produce las bajas, y sabemos que un 20% de los 12.000 cohetes que los grupos terroristas lanzaron contra Israel desde el 7 de octubre, han fallado, impactando dentro de la franja. Se conoce el caso del cohete que cayó en el estacionamiento del Hospital Al-Ahli en la Ciudad de Gaza, Hamás señaló que esa era la “mayor masacre” y “un crimen de genocidio” tratando de crear matrices de opinión contrarias a Israel; así se apresuró a informar que Israel bombardeó el hospital causando 500 muertos; la realidad fue otra: Israel probó que un cohete de la Yihad Islámica erró su rumbo.
Llama la atención la indiferencia con que se toma que Hamás y la Yihad Islámica lancen cohetes contra las ciudades israelíes, donde hay millones de hogares, parques infantiles, colegios, sinagogas, hospitales.
Desde hace unos 20 años, estas pandillas terroristas, de forma persistente, juegan con la vida de los israelíes y el Estado ha tenido que establecer protocolos para proteger a su gente y crear herramientas como la Cúpula de Hierro que ha salvado innumerables vidas.
Incluso antes de la drástica disminución de muertes civiles, las acciones militares de Israel produjeron menos muertes de civiles en comparación con los combatientes en cualquier otra guerra urbana.
Esto es significativo considerando que, de forma deliberada, Hamás incrementa las muertes civiles usando a mujeres y niños como escudos humanos y escondiendo personal y equipo militar en las zonas populares.
La tasa actual de muertes civiles en comparación con la de los terroristas es inferior de dos a uno. Hay quienes han establecido falsas comparaciones con las cifras de muertos en otras guerras. Esas mismas personas que defienden lo indefendible hablan de cifras verificadas y contrastadas, no obstante, la ONU advirtió que ello es imposible.
Así vemos que, en junio de 2022, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, leyó un informe que, por primera vez, tras años de arduo trabajo en Siria, su oficina pudo proporcionar datos sobre muertes de civiles en el conflicto entre marzo de 2011 y marzo de 2021, incluyendo el número total de muertes de civiles documentadas y estimaciones de muertes sin documentar.
En 20 años de guerra en Irak, el cálculo convencional es de más de un millón de muertos y, en cuanto a la guerra de dos años que Rusia inició contra Ucrania, la ONU indica que la cifra de muertos es difícil de estimar.
Sorprende que no veamos ningún interés frente al verdadero colapso humanitario que desde hace casi un año viene ocurriendo en Sudán del Norte; las poblaciones están sufriendo crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad debido a un enfrentamiento armado entre el ejército sudanés y las fuerzas rebeldes; en Darfur, las comunidades no árabes son víctimas de asesinatos en masa y desplazamientos que constituyen una limpieza étnica cierta y comprobada.
Entre las numerosas inexactitudes en el video en Instagram de Alejandra Oraa, ella señala que el mayor número de muertos civiles se produjo en las ciudades sureñas de la franja: Khan Junis y Rafah; no obstante, eso es falso, pues el ejército israelí bombardeó Khan Junis de forma muy selectiva para minimizar el daño a la población civil y la toma de la ciudad ha sido lenta, casa por casa, lo cual arriesga a mayores bajas entre los soldados israelíes.
Y, acerca de Rafah, varios días después de mencionar ese engañoso dato, las fuerzas terrestres israelíes recién están por iniciar su toma para liberar a los secuestrados por Hamás.
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