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Guatire, Miranda, Venezuela
Periodista graduado en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Experto en Comunicaciones Corporativas y Responsabilidad Social. He desarrollado mi labor en medios impresos, digitales y audiovisuales en Venezuela, Colombia, el Perú, Estados Unidos, España e Israel. Con una extensa red de contactos a nivel oficial y privado, lo que me permite establecer vínculos y relaciones con diversos sectores que hacen vida en el país y el exterior. Papá al 200%

jueves, 6 de marzo de 2025

Se está desarrollando un nuevo y peligrosos orden internacional





 

👉 José Petrizzo.-

Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca en enero de este año, un arsenal de abruptos reinicios y enrevesadas revisiones de la política estadounidense han dejado a los amigos y enemigos de Estados Unidos tratando de entender y dilucidar que significa. 

El deseo de Trump de trastocar y dominar el orden internacional establecido, y en particular el socavamiento de la alianza transatlántica de la posguerra, está cada vez mas alimentando otro momento decisivo similar al de 1989, cuando la caída del Muro de Berlín que señaló el fin de la guerra fría….ahora en fase opuesta. 

Su comportamiento ha fortalecido el consenso entre políticos, diplomáticos y analistas occidentales, que el mundo está llegando a un punto de inflexión; que el sistema multilateralista dirigido por la ONU y basado en normas jurídicas, se está desmoronando y que se está desarrollando una nueva era de imperialismo de grandes potencias alimentado por el autoritarismo, el hipernacionalismo y el populismo.

El enfoque de "Estados Unidos primero" de Trump, egoísta, transaccional, abiertamente comercial y sin preocupaciones de principios de justicia, derecho internacional y derechos humanos, refleja y afianza este mundo cambiante. 

Es absolutamente previsible que surjan problemas pues sus instintos, pesimamente mal sustentados, sistemáticamente equivocados y mal informados, chocan con las duras realidades de cuestiones internacionales específicas. Gaza es un ejemplo de ello. Trump ¨ordenó¨ inmediatamente la liberación de todos los rehenes israelíes, y fue ignorado. 

Luego fijó un plazo arbitrario, lo que puso en peligro el frágil alto el fuego entre Israel y Hamás. También propuso la toma de Gaza por parte de Estados Unidos y la expulsión masiva de palestinos, una idea ilegal e inviable que solo apoya la extrema derecha israelí. 

¿Ucrania se queda sola?

La incoherencia y el desdén por los hechos que caracterizan el enfoque de Trump se ven de nuevo en su manejo de Ucrania. Dice que quiere poner fin a la guerra con Rusia, un objetivo loable que la mayoría de la gente comparte. Sin embargo, en lugar de apoyar una mediación imparcial e independiente, el presidente de Estados Unidos se ha vuelto contra el líder de Ucrania, Volodímir Zelenski, etiquetándolo de dictador e insinuando falsamente que se beneficia de la guerra. 

Tal proyección es reveladora, la ira de Trump se debe en gran parte al rechazo de Zelenski a un acuerdo minero de 500.000 millones de dólares que Trump quiere como "reembolso" por la ayuda estadounidense. En un momento dado, pareció lanzar un ultimátum de facto: "Dame el dinero o apoyaré a Rusia". Ante la pérdida de apoyo de Estados Unidos, Kiev está reconsiderando un acuerdo bajo coacción, aunque la guerra no está más cerca de terminar.

Lo que está mucho más cerca, para conmoción y consternación de los aliados europeos y de la OTAN, es una rehabilitación estadounidense de Rusia. Una conversación telefónica de 90 minutos entre Trump y Vladimir Putin fue seguida la semana pasada por conversaciones bilaterales en Arabia Saudita, que excluyó a Europa y Ucrania. 

Este acercamiento puso fin efectivamente al aislamiento internacional de Rusia, iniciado después de su invasión ilegal y no provocada de Ucrania hace tres años. El cambio de actitud hizo añicos la solidaridad de la OTAN y la UE. 

Ahora se planea una cumbre entre Trump y Putin. Al calumniar a Zelenski mientras elogiaba a Putin, un criminal de guerra acusado, y hacer una serie de concesiones mal juzgadas, Trump cambió la política occidental sin ningún beneficio. Ha impulsado en gran medida a Putin, quien, se teme, podría dirigir su mira hacia Moldavia, Polonia o las tres repúblicas bálticas.

Con sus erráticos e irracionales errores políticos, alimentados por rencores personales, narcisismo y codicia mercenaria, Trump marcha de un lado a otro como un déspota autócrata. En un momento dice que Zelenski es irrelevante, al siguiente que él y Putin deben sentarse y hablar. 

Algunos funcionarios, como el secretario de Estado, Marco Rubio, intentan una línea más moderada y razonada, aunque parecen superados en armamento por figuras de extrema derecha que tienen el oído del presidente. Europa lo vio de primera mano en la conferencia de seguridad de Múnich, cuando JD Vance, el vicepresidente de Estados Unidos, declaró la guerra a los valores europeos y a las tradiciones de gobierno. 

Un objetivo particular fue Alemania, donde Vance, demostrando una arrogancia extrema, apoyó a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) antes de las elecciones nacionales que se celebran hoy domingo. Pete Hegseth, el secretario de Defensa de Trump, le advirtió a Europa que ya no era una prioridad estratégica, exigiendo que pague más para defenderse e insinuando la retirada de las tropas estadounidenses.

Las encuestas de opinión sugieren que estos ataques, cuando se combinan con las amenazas de Trump de imponer aranceles drásticos a Europa y apoderarse de Canadá, Panamá y  Groenlandia por la fuerza, han llevado a muchos a concluir que Estados Unidos es ahora un adversario, no un aliado. 

Un abismo se abre al otro lado del Atlántico. Vance, Elon Musk y agitadores de extrema derecha como Steve Bannon tienen una visión de una Europa dirigida no por coaliciones liberales-progresistas elegidas, sino por personas como ellos como el húngaro Viktor Orbán, la italiana Giorgia Meloni, la alemana Alice Weidel, la francesa Marine Le Pen y el británico Nigel Farage. No importa que la gran mayoría de los europeos se opongan a sus múltiples intolerancias, racismo y misoginia.

Es en este mundo caótico, venenoso y en constante cambio, los lideres europeos deben pisar sin temor  tratar de darle sentido a todo esto, reparar el daño inmediato y  ser firmes a la hora de reafirmar que Ucrania es la víctima, Rusia es el depredador; Zelenski es un aliado elegido democráticamente, Putin es el dictador; la agresión rusa amenaza a toda Europa y Estados Unidos y la OTAN debe mantenerse unida en oposición. 

Sacrificar a Ucrania sería invitar a futuros conflictos peores y más grandes en Europa, destripar la alianza occidental y alentar el comportamiento imitador de China y los regímenes autoritarios de todo el mundo. Ver capitular a Rusia seria otro orgasmo político tipo 1989.

Se está desarrollando un nuevo y peligrosos orden internacional

  👉 José Petrizzo.- Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca en enero de este año, un arsenal de abruptos reinicios y enrevesadas ...