👉Janet Batet/El Nuevo Herald.
“Cuando terminaba de beber en la tapara de uno ya se acercaba el otro con su tapara llena”, de Arturo Uslar Pietri en ‘Los cuentos de la realidad mágica”.
Vibración, color, simultaneidad, expansión, reconexión son algunas de las sensaciones que sobrecogen al visitante de “Color is served”, que estuvo abierta al público en Id art lab.
La exposición, curada por Félix Suazo, presenta cuatro instalaciones de la artista y diseñadora venezolana afincada en Miami, Alexandra de Yavorski. Graduada en 1987 del IDD-Instituto de Diseño Newman, en Caracas, la obra de Alexandra de Yavorski siempre ha estado marcada por la aproximación a lo “natural” desde el diseño, siendo la síntesis visual que emana de una conversación íntima con el elemento natural uno de los rasgos más distintivos de su propuesta artística.
En este sentido, vale destacar la exposición bi-personal Atelier de Yavorsky. Quite Functional: Dialogues On Design, presentada en la galería Dot Fiftyone en el verano del 2020 y donde el espacio era transformado en una entidad viviente que integraba muebles reciclados a través del diseño en una aguda propuesta de sostenibilidad, reutilización e interrelación.
“Color is served” es ante todo una ofrenda a la naturaleza donde el arte funciona como religare. Alexandra basa cada una de sus instalaciones en un elemento natural específico (color del mar, taparas, mini-calabazas, espatas de palma).
A partir de este elemento, la artista estructura y reconfigura el espacio a través de la serialidad que en perfecto acoplamiento con lo natural y el exquisito uso del color, engendra constelaciones expansivas donde la progresión geométrica genera un vibrato que se expande más allá de las dimensiones específicas de la obra para reconectar con el espectador.
La primera obra que recibe al visitante es ‘Sea south point_01022024-07082024’. El título refiere a la ubicación exacta desde donde la artista cada lunes a la misma hora (9:00 a.m.) contempla y registra minuciosamente los colores del mar.
La obra es un extracto de una serie abierta en la que comenzara a trabajar Alexandra en el 2022. La artista restringe los pigmentos de partida al azul cerúleo, magenta, amarillo, blanco y negro, combinando el agudo ejercicio de contemplación al de la reconstitución del color observado.
La paleta resultante, que es a un tiempo diario y terapia personal en esa relación con el mar, funciona como punto de partida para el uso del color en cada una de sus series.
De carácter radial, ‘CIS_TPR_102’ toma como punto de partida la icónica ‘Lagenaria siceraria’. Conocida como tapara, totuma, morro o jícara, el uso de esta hortaliza como recipiente data de miles de años y se extiende por toda la zona tropical del planeta, siendo a su vez uno de los elementos culturales distintivos de los pueblos indígenas de Venezuela.
El uso de este elemento primigenio presentado como cuenco deviene elemento votivo. Contrariamente al decorado tradicional, los cuencos son solamente intervenidos en su interior.
Para ello la artista reduce la paleta a los colores integrantes del azul cerúleo que una vez distribuidos sobre el plano vertical y matizados por la luz y el emplazamiento del espectador, comienzan a crear juegos de interdependencia cromática.
Otro tanto similar ocurre con ‘CIS_YKW_74’, compuesta por mini-calabazas elongadas, todas pintadas en tonos de blanco. La pieza, de extrema delicadeza, parece estallar sobre el plano.
En ambas instalaciones el sentido de co-creación comienza desde la tierra natal de la artista, donde se cosechan, cortan, limpian y fumigan las piezas antes de emprender el viaje hasta el taller en Miami.
Este sentido de participación es también parte fundacional de las obras. En el caso de ‘CIS_YKW_74’ todo el proceso fue realizado por indios yekwanas. Los cuencos están montados sobre imanes y con intercambiables.
‘CIS_SPT_60’ es un homenaje a Miami, el lugar de acogida. Las espatas de palma suspendidas desde el techo componen un inmenso sonajero que recrea sensorialmente el sentido de la brisa.
Las variaciones de color de este móvil fueron sugeridas por el propio elemento vegetal en un diálogo con las manchas y áreas de colores de cada una de las espatas, emergiendo una armoniosa gama de rosas, verdes y beiges.
“Color is served" es la primera exposición personal de Alexandra de Yavorsky. Le distingue la sensibilidad por la composición, la maestría y elegancia en el empleo del color, así como el sentido lúdico derivado de los cambios de los campos cromáticos en el espacio.
La simbiosis de los elementos puramente abstractos con el elemento natural -eso que la artista denomina “contenedor de vida”- eleva la propuesta más allá del hecho estético.
Asistimos a una experiencia donde empatía, reconciliación con la naturaleza y autorreconocimiento nos obligan a un diálogo abierto con nosotros mismos.
-¿Cuál es la mínima expresión de algo y que permite mantener la identidad?
-No soy minimalista y tampoco naturalista solo que la nobleza de los materiales encontrados en la naturaleza me habla de autenticidad.