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Guatire, Miranda, Venezuela
Periodista graduado en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Experto en Comunicaciones Corporativas y Responsabilidad Social. He desarrollado mi labor en medios impresos, digitales y audiovisuales en Venezuela, Colombia, el Perú, Estados Unidos, España e Israel. Con una extensa red de contactos a nivel oficial y privado, lo que me permite establecer vínculos y relaciones con diversos sectores que hacen vida en el país y el exterior. Papá al 200%

martes, 27 de febrero de 2024

Qué es el blurring y cuándo detectarlo

 



👉José Petrizzo.-

El blurring es un concepto relacionado con el trabajo, que desde la pandemia se ha acentuado y hoy más que nunca está en el foco del debate social, sobre todo desde que se ha adoptado este nombre tan descriptivo.

Blurring viene de blur, palabra inglesa que significa borroso, difuminado, desenfocado o poco definido. En estos momentos, este término se aplica a la difusa línea que separa la vida laboral de la personal, y hace que se solape el trabajo con las horas libres o viceversa.

En la actualidad hay trabajos en los que la persona puede olvidarse de sus responsabilidades laborales hasta el día siguiente. Sin embargo, en muchos otros, hay tareas que no siempre se quedan en la computadora de la empresa donde trabajamos, pues muchos de nosotros las llevamos a casa o las tenemos en casa (home office), mezclándose las tareas fuera del horario laboral.

 Esa delgada línea

¿Qué debemos hacer cuando nos llegan mensajes de trabajo en momentos que no corresponden? ¿Rechazamos la petición? ¿La atendemos? Está claro que debemos tener un cambio  paradigmático al respecto,  en el que hay retos que deberemos afrontar en relación con los riesgos que están implicados.

¿La clave para protegernos de estos riesgos? estar conscientes de que debemos tener momentos de desconexión, tanto de la vida laboral como de la personal, pues los elementos distractores van en ambas direcciones. 

Y es que la vida personal también nos pide cosas cuando estamos en el trabajo, y a veces no hay más remedio que atenderlas. Cuando los distractores nos abordan en horas laborales, afectan la calidad del trabajo, y nos perjudica personalmente, porque la satisfacción del trabajo bien hecho es uno de los grandes soportes de nuestra salud mental.

Está claro que debemos permitirnos a nosotros mismos desconectarnos del trabajo frente al riesgo de sufrir estrés, ansiedad o incluso burnout. 

Al mismo tiempo no siempre se puede desatender una solicitud de trabajo fuera del horario laboral por tanto, hay que asumir que en algún momento será mejor acceder a esa petición.

De la misma manera, cuando estamos en el trabajo, no sólo debemos dedicarnos al mismo. Al estar conectados a la vez en todos los ámbitos de la vida, atender una situación personal importante nos ayuda a la conciliación y aprovecharlo, siendo conscientes por supuesto qué distractores podemos atender y cuáles no.

Es decir, de la misma forma que en determinados casos podemos acceder a responder cuando se nos reclama del trabajo en horas que no toca, también podríamos permitirnos hacer o recibir una llamada importante o atender algún elemento personal durante la jornada laboral.

El riesgo de sufrir problemas de salud mental no radica tanto en el hecho de tener más o menos capacidad de realizar un trabajo que se nos pide fuera del horario de oficina, sino en la mayor o menor dificultad que tengamos en poner límites a los demás y a nosotros mismos. Con esta difuminación de las fronteras, el reto es mucho mayor, hay que saber identificar qué distractores son inaplazables y cuáles pueden esperar su momento, tanto en horas de trabajo como en la vida personal.

La atención y la concentración son bienes humanos apreciadísimos, y son los principales amenazados en el contexto de los distractores. En casa, la familia también necesita nuestra atención, pues ello regula el entorno emocional.

Cambios que generan inquietudes

Es necesario aceptar el cambio de paradigma y valorar las ventajas que nos trae. Por lo general, los cambios nos generan inquietudes y somos reticentes a aceptarlos de inmediato. Si nos quedamos instalados en la resistencia al ver la amenaza, nos costará ver las potenciales ventajas.  

Lo primero que hay que entender es que muchos cambios no están en nuestras manos para controlarlos. Por lo tanto, debemos adaptarnos a esa nueva situación difusa de una manera más inteligente desde el punto de vista emocional, pues debemos admitir que ese cambio ha llegado para instalarse. 

Así que el primer paso es el de aceptarlo, poniendo las barreras pertinentes, estableciendo  criterios adecuados y precisos respecto a qué podemos atender y qué no debemos atender en el momento que ocurra.

El papel del esfuerzo consciente es el de analizar una situación, para formular mejor una estrategia, tomando en cuenta: tiempo, lugar, estado emocional, otras personas y la acción que nos hace desenfocarnos. 

Primero, reconozcamos y detectemos que produce la costumbre de interrumpir el trabajo o las interacciones familiares y sociales. A continuación, debemos controlar las señales de contexto, es decir, identificar lo que nos impulsa a contestar un correo electrónico o email, una llamada o abandonar una reunión, y hacer que el impulso sea más difícil de consentir. 

Seamos creativos e inventemos recompensas personales tanto en lo laboral como en lo  social a fin de evitar sentir que nuestra vida transcurre apagando un incendio permanente.

Por último, ajustemos el equilibrio entre la proximidad, la privacidad y los permisos (ver nota) para que no solo interactuemos más, sino que interactuemos de manera más plena y concreta.

NOTA: Los estudios sobre los factores que influyen en la interacción y/o dispersión  entre los espacios reales y virtuales nos indican que se encuentran las funciones cruciales de la proximidad, la privacidad y el permiso. Proximidad describe la probabilidad de encontrarse con otras personas en un espacio; privacidad incluye poder no solo limitar quién puede «escuchar» su conversación, sino también controlar quién tiene acceso a usted; y permiso describe la sensación de que se le permite comunicarse y de qué maneras, en un determinado espacio. Los entornos que equilibran la proximidad, la privacidad y los permisos invitan a la interacción y disminuyen la dispersión o la perdida de enfoque. 


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